lunes, 5 de octubre de 2015

Monografía de Psicología de la muerte: los problemas psicológicos que derivan de la muerte.



Querido/a lector/a deseo compartir contigo una serie de reflexiones e investigaciones que realicé sobre la muerte cuando cursaba mi licenciatura en psicología. Mi interés por como ha evolucionado el concepto de muerte en occidente me llevó a escribir un trabajo para la asignatura de sociología que les mostraré en varios capítulos.

La muerte es algo que todos tenemos asegurados en nuestro destino, pero algunas personas preferimos vivir como si tal no existira, otros sentimos terror ante el final y otras personas deciden incluirla como una fase más, y le ayudan a vivir mejor el presente.

Sinceramente, creo este interés fue uno de los factores que me llevaron a estudiar la especialidad de psicooncología y cuidados paliativos, hoy día comprendo que el miedo, el rechazo o la aceptación hacia nuestro final son fases que pueden variar a lo largo de nuestra vida. Al fin y al cabo, la vida es cambio, el ser humano evoluciona gracias a sus experiencias y eso le posiciona en diferentes lugares en su vida, momentos que le llevarán a temer por su vida o situaciones que les ayudarán a aceptar la muerte como parte del ciclo de la vida.

La muerte es un aspecto de la vida de una significación profunda y en todas las épocas su existencia ha desconcertado tanto al hombre de Oriente como al de Occidente. Es posible aproximarse a ella desde diferentes ángulos. Aquí trataremos especialmente los problemas psicológicos que surgen en nuestra vida, provocados por el concepto de la muerte, las actitudes hacia ella y el hecho de morir.


La muerte en tanto que tabú



En Occidente, el fenómeno de la muerte es un tabú para la mayor parte de la gente. Hasta hace poco, los conceptos psicoanalíticos de las actitudes hacia la muerte y del temor de morir que de allí se derivan eran dominantes. Los sentimientos a propósito de la muerte eran esencialmente manifestaciones de una realidad anterior, o sea, la angustia de la separación de la madre o los conflictos relacionados con el complejo de castración. Tales desplazamientos clínicos podían producirse y los temores sobre la muerte eran fenómenos secundarios.



Sin embargo, nuevos estudios sugieren de manera creciente que lo contrario podría ser más exacto. Stanilav Grof dice que el concepto actual de la muerte y la reacción de los moribundos, caracterizada por una represión y una negación masivas, parece ser un producto anexo de una industrialización que crece rápidamente con un acento excesivo sobre el pragmatismo, una filosofía materialista y una orientación general hacía el éxito y el triunfo. El continúa: «Una confrontación íntima con la muerte, agregada a una angustia que se desencadena, profundamente arraigada biológicamente, unida al instinto de supervivencia, parece representar un llamado penoso a las últimas limitaciones de los esfuerzos del hombre por controlar 
y dominar la naturaleza».



Problemas psicológicos




El hombre no puede escapar a la confrontación con la muerte. En su aproximación a este desenlace encuentra que no tiene más que dos posibilidades: o bien hay una vida después de la muerte, o no la hay. En cualquiera de estas dos formas, el hombre occidental concibe ordinariamente su propia muerte como una extinción repentina, como algo que llega a su cuerpo sin beneficio alguno. Esta actitud le hace llegar hasta las últimas posibilidades de prolongación de su vida física, lo que funciona como una especie de control psicológico colectivo, haciéndole fijar su atención sobre los aspectos cuantitativos de la vida humana, ignorando a menudo los valores cualitativos.



Pueden crearse otros problemas por la actitud de los adultos hacia la muerte. Para mantener a los niños a resguardo de la existencia de la muerte, los padres pueden mantenerlos separados de las realidades del fin de la vida humana. Se ha demostrado que esto es una actitud ineficaz y nociva. En verdad, esta manera de actuar entorpece el desarrollo emocional del niño y manifiesta más las angustias de los adultos en relación a la muerte, que la capacidad de los niños de hacer frente a esta realidad.


El humor depresivo, el temor de la pérdida, el insomnio, los síntomas esquizoides y diversas perturbaciones psicosomáticas revelan su parentesco con la inquietudes en relación a la muerte. Incluso, varios investigadores han llegado a la conclusión que el temor a la muerte es el factor traumático más típico para desencadenar una demencia senil.





Conocimiento y muerte



Entre otros: Feifel, Eissler, Johnson, Spielberger, Kübler-Ross han demostrado que el pensamiento de la muerte es una fuente de angustia para el hombre. La ansiedad es un estado caracterizado por sentimientos subjetivos conscientemente percibidos de aprensión y de tensión asociados a una activación del sistema nervioso autónomo. El estado de ansiedad causa cambios cognitivos y de percepción. El resultado primario del temor de la muerte, trayendo como consecuencia el desarrollo de estados de ansiedad, es una distorsión fundamental de la manera en que somos conscientes del mundo. Este temor nos impide concebir la muerte como un fenómeno natural, como el destino de todos los seres sensibles y como un desenlace fundamental en la naturaleza en su proceso constante de transformación de todas las cosas.


Por otra parte, el instinto de conservación, una de las causas primeras de este temor, puede tener su origen en el anhelo inconsciente del hombre de ser eterno. Para enfrentar, en un estado ordinario de consciencia, a este modo de ser «eterno», el hombre niega la muerte, dándole una connotación de tabú. Probablemente, este deseo inconsciente de ser eterno es una de las razones más poderosas por la que el hombre se interroga sobre la naturaleza de la muerte y del más allá. El desea aprender sobre los misterios de la muerte. Sin embargo, su capacidad real de aclarar esta interrogante al interior de su modo de conocimiento del universo le parece que está más allá de su poder. El se siente vencido ante tal dilema y puede llegar a experimentar miedo, reprimiendo su búsqueda. En este contexto, don Juan (Castañeda) dice: «El temor es un enemigo terrible, tramposo y difícil de dominar. Él permanece oculto en cada recodo del camino, merodeando, esperando. Y si el hombre, aterrorizado por su presencia, huye, su enemigo habrá puesto un término a su búsqueda.»





Una razón probable del temor de la muerte


En un estado ordinario de consciencia, nosotros asimilamos e interpretamos las percepciones de los sentidos en unidades de significación. Contemplamos el mundo alrededor de nosotros y nuestros ojos seleccionan ciertas informaciones que serán más tarde «archivadas» como una representación parcial de la realidad física. Nuestros sentidos no son capaces de asir la totalidad de la forma en la que se manifiesta la existencia - cambiante e intercambiable - del universo exterior e interior. Vemos el mundo como compuesto de cosas diferentes, separadas las unas de las otras por el espacio, y en consecuencia somos conscientes de una imagen del universo en tanto que entidades más o menos estáticas. Si contemplo, por ejemplo, el sólido y bello edificio del Parlamento, tendría la experiencia de esta construcción como de algo casi eterno. No pensaría por un instante la posibilidad de que los agregados que componen ese determinado edificio no estaban allí hace 500 años, y tampoco pienso en que esos agregados de moléculas y de átomos estén en movimiento y en cambio perpetuos. No puedo ver cómo ese edificio envejece, sin embargo, a cada segundo esta construcción aparentemente tan sólida está en constante deterioro y - aun siendo bien conservada y restaurada - a la larga esos agregados, dispersos por el viento del tiempo, dejarán de estar allí. Este resultado psicológico de la dimensión cognitiva nos vuelve apenas conscientes de los cambios que ocurren del nacimiento a la vejez en el camino hacia la muerte que se producen en nuestros cuerpos en este momento mismo. Este modo humano específico de aprehensión de la realidad es probablemente la causa principal de la conceptualización del universo de una manera dualista que hace una separación neta entre el Yo y Tú, el cuerpo y el espíritu, la vida y la muerte.


Consecuencias del dualismo



Las consecuencias existenciales de esta consciencia dualista se reflejan sobre nuestro entorno representando un amplio espectro social. Esta manera determinada de ser conscientes puede hacer que el individuo se sienta como un ego aislado, flotando en un océano más o menos peligroso, donde él debe obtener para sí mismo medios específicos de sobrevivir en esa sociedad específica. Su meta - que es fundamentalmente la meta consciente o inconsciente de todo ser humano - será la de lograr un sentimiento de bienestar físico, psicológico y social. A fin de alcanzar sus metas a corto o a largo plazo, él negociará con su entorno social. Está claro que se comportará con la vida y la muerte en función de la consciencia que él tiene de su universo. Y negociando con un universo fundado sobre un punto de vista inadecuado - lo que es el caso de la consciencia que él tiene ordinariamente de su ambiente y de sí mismo - obtendrá resultados inadecuados. Puede alcanzar un bienestar provisorio pero se sentirá siempre amenazado por su entorno y por la perspectiva de la muerte. Su contexto social lo condicionará en todo momento para actuar más o menos en ese sentido. Nosotros podemos observar aquí un círculo vicioso.



Gracias por tu tiempo. Si te gustó el post o crees que la información puede ayudar a otra persona, comparte.
Nos vemos en la red.