lunes, 28 de diciembre de 2015

Las Navidades en mi niñez. Gracias familia.


Buenos días querid@ lector/a espero que estés pasando unos días de encanto, junto a tu familia, hijos, amigos...quien tu prefieras.

A mi me encantan las Navidades, para mi tienen un lugar muy importante porque siempre serán parte de los recuerdos más felices de mi infancia, y así pienso hacer con la generación que venga detrás.

Una de las cosas que más me gustaba era el puente de diciembre porque aprovechábamos para poner el árbol de Navidad y el super Belén.





A mis hermanas y a mi nos gustaba mucho jugar con el Belén (y a día de hoy cuando nos juntamos lo seguimos haciendo) e inventar historias, a veces los personajes representaban su papel, y en otras ocasiones eran vecinos que charlaban de sus cosas, era muy divertido. Nos encantaba echar nieve, es decir harina, cuanta más mejor, porque nos gusta mucho la nieve y donde vivíamos la vemos poco, por eso en nuestro Belén no podía faltar.


Armar el árbol navideño era una guasa, una hermana por aquí, la otra por allá, yo más para acá y mi madre intentando poner orden, y mi padre en el sofá riéndose o viendo una película de vaqueros, sus favoritas. No sé como mi madre se salía con la suya y al final lo poníamos a su manera jajaja.

También aprovechábamos para montar algún juego de mesa, a veces el la herencia de tía Ágata, que fue un regalo de Papá Nöel para mi madre, pero nos lo dejaba. Otras veces el tan ansiado scalextric de mi padre, que también nos lo dejaba, e incluso se echaba alguna carrera con nosotras, eso sí, "cuidadín" de que se salga ningún coche fuera, porque ahí te recordaba que el juguete era suyo jajaja.

Otro gran motivo por el que tanto me gusta la Navidad, es porque cuando era muy pequeña venía mi tía favorita y su pareja a pasar la noche. Ese día molaba mogollón, porque mi chacha (es como una hermana mayor para mí, y desde que tengo uso de razón la llamo así) se tiraba toda la tarde haciéndome caso, le contaba mis cosas, jugaba conmigo, me enseñaba juegos o música nueva (cuando ya me iba haciendo mayorcita). 

La Noche Buena era un cachondeo porque los mayores siempre nos decían :-"¡mira!, ¿has visto esa luz?-". Mi hermana y yo, muy nerviosas contestábamos: -" ¿cual, qué?. No, no la he visto"- Con nuestras caras pegadas al cristal de la terraza intentado ver esas luces. Y los mayores seguían con el cachondeo: - "Pues es Papá Nöel que anda cerca de por aquí"-. 

Curiosamente Papá Nöel siempre aprovechaba para dejar sus regalos cuando nos íbamos a poner el pijama. No hace falta aclarar que me encantaba que viniera Papá Nöel porque era el que me traía el juguete que más quería porque así tenía todas las vacaciones para jugar con él, y discutir con mi hermana mediana por querer quitármelo, o rompérmelo, aunque cuando lea esto negará que me ha roto un  juguete....si tenéis hermanos y hermanas ya sabéis de que va el tema. 


A la mañana siguiente preparaba mi maleta para irme una semana con mi chacha, esa era "la guinda del pastel".

La Noche Vieja era un mero tránsito para que llegarán los reyes, si es cierto que a medida que crecía la Noche Vieja iba ganando importancia a proporción del tiempo que mis padres de dejan salir de fiesta.

Al fin llega la Noche de Reyes, - "¡vamos a la cabalgata !"-, o mejor aún - "¡vamos a participar en una y nos disfrazamos!"- Que frío se pasaba pero los caramelos lo compensaban.

Cuando llegábamos de la cabalgata había que preparar la leche y la comida para los camellos sedientos, y para los Reyes Magos, además al ser tres había que poner más cantidad para que no discutieran. Y muy importante dejar un zapato.

Esa noche, igual que Papá Nöel los Reyes aprovechan cuando nos ponemos el pijama para dejarnos unos regalitos. Los regalos de los Reyes eran más personales, y más pensando en las necesidades, aunque llenaban el zapato de caramelos y algún juguete también dejaban.

Es cierto que cuando te vas haciendo mayor la magia parece que va despareciendo, pero luego vino mi primito, el cual mide casi dos metros, yo le llamo "mi primo de zumosol", cuando fue creciendo parecía que nos quedábamos sin magia pero el destino hizo una de las suyas. Mi primito tuvo otro hermano y nosotras una hermanita, a mis 18 años, y la mediana con 13. Doble de magia...toma ya!!!

En este tránsito comprendí que me daba tanta felicidad transmitir esa magia e ilusión como cuando la vivía en primera persona de pequeña.

Lo importante, para mi, es poder estar en familia, pasar tiempo juntos, esos momentos son muy especiales, y son los que me hacen creer en la magia.

Un abrazo enorme a mi familia. Gracias por tantos buenos momentos.


Y muchas gracias a ti por seguir, leer, comentar y compartir las entradas de Psicología y Bienestar Emocional. Te deseo un gran año 2016.